El sistema financiero se transforma constantemente en México y el mundo. Es un proceso global que nos afecta a todos. Antes podíamos mirar los espacios sociales —la familia, el barrio, la ciudad, la nación— por separado, ahora realmente tenemos que entender los fenómenos financieros a nivel global. Ninguna parte está divorciada. En consonancia, el sistema financiero mexicano experimenta constante ajustes en su composición, estructura, regulación y esquemas de supervisión. En particular, la incorporación acelerada de factores tecnológicos está modificando los parámetros de operación del sector.
Este conjunto de cambios implican, a la vez, retos y oportunidades para todos los participantes en el mercado financiero. En México han puesto de manifiesto la existencia de asimetrías y necesidades de cobertura y cuya adecuada atención entraña un enorme potencial de desarrollo para las entidades financieras en su vinculación con los sectores productivos, los ahorradores y los consumidores. Una condición necesaria para ello es la eficiencia del marco regulatorio, así como su adecuación a los cambios del entorno en una dirección que fomente la inclusión y la competencia.